miércoles, 2 de abril de 2014

Dancing in Jaffa, historia del tango de la paz

Dancing in Jaffa es uno de los documentales más emotivos que he visto del conflicto entre Israel y Palestina. Hilla Medalia, realizadora de origen israelí, ha logrado demostrar el gran poder que la educación posee en las regiones de conflicto. Los niños son en esencia pequeñas esponjas capaces de absorber todo tipo de conocimientos y sentimientos, incluyendo el odio al enemigo, el rencor, la tensión de la vida diaria en Israel y Palestina y, por supuesto, el sentimiento de temor y desconfianza ante el adversario. 



Creo que el gran valor de este documental reside en saber reflejar cómo muchos de los niños que crecen en Israel y Palestina dan sus primeros pasos y acuden a sus escuelas primarias absorbiendo en todo momento un ambiente de odio y dolor sin saber  realmente cómo es su 'enemigo'.  Resulta curioso ver cómo se vive y se explica en las escuelas judías la celebración del día de la Independencia y cómo, al mismo tiempo, en las escuelas palestinas se explica la importancia de la Nakba, día que los palestinos describen cómo la catástrofe para su pueblo. 




Sin duda alguna considero que uno de los momentos más apasionantes se produce cuando varios niños, sentados bajo un árbol, charlan sorprendidos sobre las relaciones de confianza y amistad que se han ido forjando a lo largo del documental. El baile, medio utilizado hábilmente para establecer relaciones de confianza entre los niños de ambos bandos, consigue acercar a los niños y logra, a su vez, aproximar a los padres que acuden emocionados a ver el concurso de baile de sus hijos. La esperanza que se respira durante todo el documental, donde al fin niños judíos y árabes bailan juntos, también es otro de los grandes valores de Dancing in Jaffa. Por fin se trata el conflicto con la ambición de mejorar las cosas y no poner más piedras al camino de la paz. Lo dicho, muy recomendable. 




*Si por el contrario os gustan las historias de espías, de servicios de inteligencia y de colaboracionistas os recomiendo Omar y Bethlehem. Estas películas, sin embargo, son mucho más lúgubres, pesimistas y tristes.